miércoles, 17 de noviembre de 2010

Ofrenda nocturna a la soledad

Breve ofrenda nocturna a la soledad.

Algo de pasta de dientes con sueños. Siempre saben a fresas. Rancias.

Inspiro algo de humo tras la ventana cerrada. Descanso bajo mis párpados con dos guantes deshilachados, negros, sucios, viejos, rotos.

Leí hace poco que alguien era feliz al meterse en la cama, al arroparse, al sentirse cálido.

Esa soledad que se encuentra en una cama al deslizarse entre las sábanas sólo dura unos segundos en un día como hoy.

Prefiero dormir y no pensar en el resto de días, en los que escucho música para olvidar y pensar en cómo despertaré.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La calidez
he leido que la buscamos,
he entendido tal vez que la necesitamos
¿pero donde esta?
¿en el cafe de la mañana?
¿en una cama acolchonada?
¿en un abrazo?.

Buscamos la calidez cuando nos sentimos solos,
cuando aquello a lo que nos aferrabamos
se volvio efimero,
cuando los hilos que nos unian al mundo se rompieron.

Tal vez no sentimos solos,
solo por nuestro egoismo,
¿por que sera que jamas invitamos
a alguien a volar con nosotros?.