sábado, 11 de septiembre de 2010

Sueños de Sadot

Necesitaba explotar y el relato me obligó a hacerlo. Esa noche.

Este fragmento es la escritura de mi protagonista, de un tal Sadot. Algo más que sueños.

Un pequeño camino del relato que algún día colgaré




Camino calle abajo y vuelvo a dibujar formas en mi imaginación mientras busco algún sonido, alguna voz.

Otro día más, nublado. Otro día más me pregunto por qué no puedo volar en mis propios sueños. El cielo se me resiste.

Es el séptimo día de esta costumbre escalonada. Siete días empezando donde acabé, siete noches recorriendo callejuelas sin entender nada, no hay quien me de una explicación. ¿Seré yo, mi mente recrea todo esto?

Sombras y más sombras. Soledad. Araño las paredes, escupo sangre, soy real, lo sé. Mi mundo se divide en dos y ambos existen. Días y noches imperfect@s.

24 horas al día despierto. Otra vez con ese tema no, por favor. Reflexiono demasiado aquí y allí.

Recito algo de memoria de Boris Vian y pienso en una canción de Yann Tiersen. La mezcla perfecta. Todo suena en mi cabeza. Llego a mi destino. Otro día más, la plaza está vacía, el banco me espera y la luna sigue inerte esperando su previsible movimiento.

Escucho un cascabel, giro la cabeza y aparece un gato negro. Había visto murciélagos, patos e incluso mosquitos, pero nunca gatos. No me gustan los gatos, paso de él.

Respiro un aire que siento todo mío, un aire puro, siento que pertenezco a ese sitio, que no quiero salir de allí, que la luna me ilumina todo lo que necesito cada miércoles para aguantar una semana más. Ya son muchas.

Suena el cascabel, ahora más cerca. Giro la cabeza y el gato está sentado a mi lado en el banco. Antes de jugar con mi propia suerte, prefiero levantarme que acariciarlo y huyo hacia lo que parece ser el norte. No lo tengo muy claro. Avanzo unos metros, dejo el cascabel y a su propietario en el banco negro y me dirijo hacia el mirador. Desde allí puedo seguir observando el desquebrajar de lo que queda de luna.

Me pregunto si puedo quedarme dormido en mi propio sueño. El aire sopla ahora escalofríos en mi nuca; mejor no jugar con eso.

Pasan las horas y no hago más que silbar canciones. Una banda sonora tintinea en mi cabeza. Pasan las horas y la luna se despide. Pasan las horas y respiro una vez más hasta despertarme.

No. Escucho el cascabel. No, ya estaba despierto. No lo sé.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Deja de escupirme

"Quiero despertarme y conocer esos susurros.
Pídeme más muertes y veré que puedo hacer"

Piensa que la vida no es más que una nube. Luz, sombras, lluvia...chapoteos quizás.

Escribo, Sadot.

Mi propia historia.



Soledad, sí, te hablo a ti, deja de escupirme. Se que no me puedes abrazar, así que no humanices tus gestos. A veces te pido lo que añoro, pero no soy yo, lo prometo,
es mi abandono el que te llama en noches sin luna. Si me buscas me tendrás aquí siempre.

Tu, yo, aquella playa inundada de arena, de vidas apagadas, de sonrisas tránsfugas.

Me alejo del día en el que comprobaré que existen esas alas. Será la noche en la que aprenda a volar, a dar bandazos a mis anchas, a respirar.

Veré los fuegos artificiales de cerca.

martes, 7 de septiembre de 2010

Aprender a mirar



"No tenía alas, nadie me enseñaba. El misterio no tiene más que aquella forma en la que debes mirar"



Me autodestruyo lentamente por dentro. Un eco inconsciente me grita, me golpea desde dentro, quiere avanzar.

No lo entiende, ya lo hago.

Ensimismado entre ruidos, asimilo la antipatía de un pensamiento escondido. Nada me cuadra, sigo adelante.

Nadie supo enseñarme a entender la vida, sus subordinadas, sus sueños.Ella tampoco se deja avasallar a preguntas, prefiero aprender a mirar con mis propios ojos.

Erro y seguiré errando hasta entender la manera de mirar, de sentir, de llegar al principio. Si, sabiéndolo, no me entiendo a mi mismo...

domingo, 5 de septiembre de 2010

Erase you



Antes hubiera preferido volar y estrellarme a quedarme tras la máscara esperando a que el mundo moviera ficha.

Ahora, sin máscara, he dejado las alas en el sillón y he movido yo el mundo con un simple gesto.

Échale un vistazo y compruebalo. Parece que ni él mismo se haya dado cuenta del cambio, pero con sólo elevar la vista ha borrado hasta las alas de su futuro.

Sabiendo andar, ¿por qué entretenerse en volar?

Ahora camina entre nubes imperfectas que a ras de suelo difuminan el paisaje. Y a pesar de todo sigue caminando convencido de algo que no se puede ver a simple vista.