El escalofrío recorre mi cuerpo con los compases de aquella melodía. Inquieto, no puedo controlarme y lo busco hasta encontrarlo. Le doy al play, suena y descubro su secreto.
El escalofrío serpentea mi espalda y escondido, sorprende a mi piel a bocados sin avisar. Dueño de mí, me dejo llevar por la música, por el frío, el calor, la lluvia, su sonido, la ropa que sigue sujeta a mi cuerpo después de salir de la ducha.
Y traspaso, otra vez, mis ojos frente al espejo. Sí, sigo mirando y aguanto capa tras capa hasta encontrar mi propia sonrisa ensombrecida por mis tristes ojos. Allí estoy yo, escuchando una canción, una de tantas mitificadas de las que disfruto hasta llegar al orgasmo satánico de mi mente, que sigue buscando mi propia felicidad en una sonrisa escondida.
PD: Esa canción que suena de fondo tras el espejo es More than Words, pero prefiero dejarla y hablar de otras cosas mañana. Hoy me siento algo más identificado con algo más español. Raro en mí.
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