martes, 3 de agosto de 2010

Brielle

Un relato le da vueltas a mi cabeza día y noche. No sé por donde cogerlo, las obligaciones me acechan y el verano sigue avanzando.

Fue algo así como "esta ya la conocía, yo quería algo de tú música, algo extraño".

Me conmovió. La repito una y otra vez porque me balancea hacia el mundo que construyo diariamente y me sigo preguntando cada vez que camino escuchando mi mp3 si alguien en el mundo, escuchará la misma composición de artistas que yo. Creo que es imposible y de ello me congratulo sin saber exactamente el por qué. ¿onanismo?

No, creo que es algo más personal, algo que se retuerce dentro de mí.

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Ayer, corriendo, recordé a Murakami cuanto constantemente, repite en su último libro que cuando está corriendo, disfruta del paisaje, que no piensa en nada. Me pareció casi imposible verlo así, pero cuanto más avanzaba, cuantos más metros dejaba tras de mí, más comprendía aquello de "no pensar en nada". El tiempo va pasando incomprensiblemente, sin mediar hechos contigo más que el de la siguiente canción que remueve mis tímpanos.

He aquí la canción que ayer me mantuvo firme intentando mantener el reto que el propio nipón tiene a la hora de correr, aguantar hasta el final sin andar.




Volvemos a lo mismo, es una reacción extraña y personal, pero el incierto corredor que por ahora intento ser, ya tiene como premisa esa afirmación se pregunta por qué mientras vuelve a calzarse sus deportivas.

2 comentarios:

Jordi M.Novas dijo...

Murakami es grande, muy grande.

Juan A. Pérez dijo...

Yo estoy enfrascado ahora mismo en su primera novela seria (como él dice en su último libro), la caza del carnero salvaje. No es comparable a Tokio Blues, Kafka en la orilla o After Dark, pero se nota su toque.