sábado, 7 de agosto de 2010

"quién pagó la jaula al domador"



Un secreto: ya no converso con las madrugadas. Mi silencio se hace eterno y se petrifica cuando la noche reina. No sé cómo afrontar el tiempo cuando pasa el umbral.

Las gotas de sudor de la luna siguen cayendo sobre mi tejado, pero ya no las aprecio.

¿Esperar a enero?

Alguien me ayudará a sacar las fuerzas, a cobrar más minutos cada 24 horas para redescubrir la esencia de las largas e indestructibles madrugadas. Mientras, aguantaré por frenar los impulsos nocturnos.

Eliminar la necesidad de dormir para aprender a soñar despierto.

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