Mi universo. Ciudades llenas de pajaritos y ensoñaciones. Enfoco un primer plano de la arteria que me lleva a cometer locuras. Todo me grita desde dentro que lo haga, ¡reacciona! Tienes que dejar tu ciudad un par de días, sí, lo vas a hacer.
Mis ojos se encontraron con sus gemelos inexpresivos una vez más frente al espejo. Ya se habían visto antes, pero nunca habían conectado confirmando la seguridad de hacerlo.
Nada es lo que parece. Las palabras no saben refugiarse por sí mismas.
Tengo que estar ahí, tengo que ahogar esos gritos en lágrimas para que sólo sufran un par de almas bondadosas. Desaparezco sin respirar, cedo todas mis fuerzas para enfrentarme a otro aire y a la magia de esa ventisca que algún día me invadirá.
Cada noche tiene su encanto, pero por ahora, sigo prefiriendo la mía. Aún así, huyo.
Shhhhhh, calla y observa, vuelvo a pasar la frontera imaginaria. Sí, con tu ayuda. Ya estoy llegando, ve cerrando los ojos.
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