lunes, 21 de junio de 2010

Barcelona, verano de 1945



Recorro mi soledad cada noche y ayer, sufrí una necesidad angustiosa de no estar solo. Es la primera vez que me pasaba y sí, suelo centrarme en lo negativo, en los puntos negros qur se superponen en los minutos que rodean mi vida. Las madrugadas serían eternas si el sueño nunca me atravesara al caer sobre el colchón. Prefiero no pensar y acostarme con mis propios suspiros. Me asusto unos segundos, nadie me ve, alguien me escucha. Gracias.

Bazinga. El cronómetro sigue parado y me alerta de que vuelvo a la normalidad. 20 preguntas y otro más. Tantas horas frente a la nada para olvidarlo todo al salir por esa puerta. Fuera. En unos días volveré a ser por milésimas de segundo esa otra persona. Inevitable.

Sólo algunos conocen esa faceta. Mejor dejarla escondida, porque ni le gusta aparecer, ni hace buenas migas con nadie, ni conmigo mismo (podría odiarte, pero eres parte de mí).

Mis palabras se quedan desnudas si nadie que las atrape. Ni siquiera hago el esfuerzo, id.

Pienso en Zafón. En su Barcelona, en Bea, en tantas y tantas calles recorridas en la soledad de esas sombras, en Carax. Quiero volver a caer en su historia. Espero que el verano me devuelva la lectura que no he querido buscar.

Tantas cosas que hacer, que todas siguen aparcadas para el verano. Ya ha llegado, ahora sólo hay que aguantar un poco más. Todo es mentalizarse de que acaba el 2. FFXIII, leer, escribir esa novela, jugar con mi soledad sin pensar en el agobio del tiempo, disfrutar al 100% de mis amigos, montar esos vídeos eternos (fin de año, las dos partes del Ventoso, quedadas), la radio, soñar, que el sueño se convierta en realidad y volver a concienciarme de que el verano me encanta. Quizás todo sea una mentira absorbida por la necesidad de absover las agujas del reloj en hechos.

Vuelvo a las Ramblas. Pienso en pasear junto a Daniel por aquel Cementerio de Libros Olvidados, a caminar por sus páginas. Gracias por el descubrimiento.

Ahora sigo buscando sinónimos para describirlo. Busco las sonrisas y las encuentro durante todo el día. Llega la madrugada y un piano te acompaña en cada instante para tranquilizar mis sueños. Ya despertaré.

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