Vuelvo a las andadas. Murakami me hace recaer en el caos una y otra vez. Sus personajes me fascinan, me envuelven en un halo de misticismo que recreo constantemente conmigo mismo al escribir. "La caza del carnero salvaje". En ello estamos.
El japonés siempre ha sido santo de mi devoción y a pesar de libros excesivamente largos, nunca me decepciona. Demasiado interesante como para pensar en leer otra cosa. Creo que conecta conmigo y con demasiada gente que se deja caer en el lado oculto de la lectura para hacerse pasar por cualquiera de sus protagonistas. Desconocidos de un bar, una pareja de amantes incoloros, jóvenes desperdiciando su vida con música y libros, con la personificación de aquella chica que Kafka conoció en aquel tren. Todo me retrotrae a esa atmósfera que quizás, quiera comparar con mis eternas madrugadas.
Secretos. Yo aquí confesaba mis más sinceros secretos. Hoy no me encuentro tan perdido como creía. Uno canciones incomprensiblemente. California, hoteles y chicas calientes. Nunca pensé que podía unir a The Eagles y a Katy Perry. Hoy me quedo con lo primero.
Me reconforta saber que se preocupan por mí. Me, me, me, me. Creo que escribo demasiado de mí mismo, pero ¿dónde hacerlo?
Aquí mismo. Algún momento de tranquilidad. Es de noche, la luna ni brilla ni me contesta cuando le pregunto. Al menos se que no se esconde de mí.
¿Sí o qué?
Sí, espero y me desespero, por ese orden. Paciente y ansioso, en el orden inverso.
Algún sinónimo de la palabra vivir sigue buscando el significado de mi existencia. Me hace falta esa sombra que juegue con mis labios.
Las mañanas se me hacen eternas. Apuntes. Muerte. En uno de esos momentos de impás, huyo hacia la soledad de un espejo. Tonteo, sonrío, me transformo en todas las personas que podría ser. Finalmente me decido por salir a la calle transformado en la persona que se enfrentó con sus convencimientos y sus debilidades a ese espejo por primera vez. A veces me hace cambiar de caracter, a veces me hace olvidar que hay mundo más allá de lo que pueda inventarme ante un simple reflejo de mí mismo.
Si llega a ser realidad, lo comprobaré con el primer sueño y si al despertar lo recuerdo todo, tendré que verte entrar en mi mundo frente a ese espejo. Él tiene la llave, sólo hay que saber usarla.
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